La Protesta de Baraguá significó para los cubanos el ejemplo más preclaro de la disposición de vencer o morir en el empeño de ser libres.
Fue un legado del General Antonio Maceo que demostró el carácter radical y honroso de la lucha de los cubanos y de los valores más sagrados de la patria donde sus hijos renuncian al indecoroso hecho de deponer sus ideas, las armas y olvidar a los héroes caídos en el sagrado deber de buscar la libertad ante el Pacto del Zanjón firmado entre España y algunos cubanos que traicionaron los ideales verdaderos de la independencia.
Esos valores fueron creciendo en nuestro pueblo y los que las generaciones anteriores a 1959, tomaron como bandera ante las tiranías y a los que entregaron a Cuba al imperio norteamericano, que la ambicionó y la hizo suya mediante la traicionera Enmienda Platt.
Son los valores que Fidel regó con su grandiosa conducción hacia la libertad, y que una vez conquistada, la hizo gigante en nuestros principios.
Hoy cuando se arrecia la guerra enemiga en sus inútil afán de destruirnos, los gobiernos imperialistas tratan de aprovechar a los traidores y mercenarios, para lograr otro Zanjón en la tierra del Titán de Bronce El general Antonio Maceo, pero igual que en aquella ocasión Baraguá nos fortalece y nos recuerda la perenne obligación moral de no renunciar a la libertad que tanta sangre ha costado.
Considero que en los momentos de hoy el mejor homenaje y respeto a nuestra historia, es la siembra y cultivo permanente en la niñez y la juventud, del espíritu de resistencia que se erige en la tribuna que significa la fecha de hoy, que nos llama al combate para unirnos y trabajar más para alcanzar mejores soluciones a nuestras necesidades.
Vivimos momentos difíciles, pero los sacrificios y la búsqueda por seguir la brecha del triunfo eterno de los ideales de justicia que nos guían, es la única respuesta que los enemigos de la Revolución recibirán de nuestro invencible pueblo.
Cuba, como aquel 15 de marzo de 1878, seguirá siendo un eterno Baraguá.