14 años parecen escasos cuando se trata de tomar un fusil en la mano, que casi es más largo, que el tamaño de aquel que lo lleva al hombro o lo toma para disparar.
Fue la realidad de la Sierra Maestra en el municipio santiaguero de Guamá.
Sus adolescentes junto a los mayores, se dispusieron a salvar la patria conquistada hacía pocos meses, ahora ante un enemigo diferente y poderoso, pues ya no se trataba de una dictadura con un ejército, sino de un enemigo poderoso: los Estados Unidos, que amenazaba con volver a lo que había sido suyo, por robo: Cuba.
En el año 1959 Fidel constituyó las Milicias Nacionales Revolucionarias y Omar Segura Isaac, fue uno de esos muchachos que se integró a ellas para enfrentar al bandidismo interno pagado por este poderoso imperio, en su inútil intento por derrocar la Revolución.
En aquel proceso se crearon batallones y compañías dirigidas por oficiales del Ejército Rebelde, que con sus experiencias y valor dirigieron la tarea de preparar aquella nueva fuerza al servicio de la patria, pero con todo su pueblo.
“Yo tenía 14 años y vivía en El Macío, hacíamos recorrido por la costas evitando los desembarcos enemigos y al mismo tiempo hacíamos preparación combativa. En cada casa habían hombres y mujeres, que estaban en esa tarea de pasar una escuela y hacer prácticas de tiro, con un fusil checo, o de otro tipo, para defender a Cuba con la guía de Fidel, quien todos los días hablaba y el pueblo lo escuchaba atentamente para conocer sus orientaciones ante las maniobras enemigas.”
Omar Segura, no olvida las largas caminatas, las malas noches en las costas y los picazos de los mosquitos, los días torrenciales de lluvia que era muy frecuentes y tampoco las operaciones militares que se hacían para evitar una salida ilícita, el ataque de una lancha pirata o el desembarco de hombres ranas, que perseguían llegar a tierra para cometer sus fechorías”.
Pero el enemigo no pudo lograr su objetivo con aquellos bandidos asesinos que arrebataron a vida cientos de cubanos en todo el país y si era miliciano se ensañaban con ellos antes de matarlo.
Fueron los milicianos de los primeros que defendieron Girón y cada palmo de tierra, de una isla hermosa, pero heroica, donde sus hijos preferían la muerte, antes de ser nuevamente esclavos.Hoy, esa lucha continúa