El concepto de alcanzar la soberanía alimentaria tal vez muchos le den connotación ahora en que, por las circunstancias propias de limitaciones en que Cuba se ha visto sometida para importar alimentos, es casi una obligación de supervivencia mirar hacia la tierra y aprovechar cuantos espacios posibles existan disponibles para producir lo necesario que permita el sostenimiento.
En el barrio de “Los Cangrejitos” en Chivirico en el santiaguero municipio de Guamá hay dos personas que casi detodas sus vidas, han empleado la estrategia de hacer producir la tierra hasta en los más insospechados lugares. Me refiero a Jorge Gómez Garzón, el actual delegado del Poder Popular en esa circunscripción y Esmeraldo Barrera, un jubilado del Ministerio del Interior que desde estar activo como trabajador, le otorgaron fincas en medio de las montañas cerca de Sonador y probó que es la agricultura la mayor fuente de riqueza.
El primero en referencia, supo en medio de un pantanal, cosechar plátanos y otras variedades de plantas pero, por si fuera poco, las legumbres las obtiene en pequeños pedacitos de tierras ubicados a un costado de la carretera y el mar, donde el flujo de transeúntes le hace visible para hacerles encargos y solicitudes de necesitados. Este empleo es alternativo porque lo realiza en jornadas extras al ser obrero del estado como promotor cultural en la comunidad.
El segundo, es de los que tampoco existe domingo para sentir el rocío de las plantas que mojen su camisa. Esmeraldo Barrera goza de prestigio social porque aún con ochenta y dos años de edad, saca energías para continuar dependiendo de él. Ellos son ejemplos de consagración y entrega apasionada a un movimiento popular que vino para quedarse y no en tiempos de escaseces, sino para todos los tiempos, la agricultura urbana.