No hay tierra mala.

Para estos días en que la intensa sequía se arrecia en el santiaguero municipio de Guamá, hay una máxima popular que distingue a quienes desafían los avatares de la naturaleza: «Cuando el hombre sirve, la tierra sirve».
Así se constata en la cantidad de parceleros que han ocupado tierras cerca de las márgenes del rio Guamá, que no exhibe agua alguna en su superficie pero sí corre por su interior suficiente caudal hídrico que ha permitido, usando microsbombeos, irrigar plantaciones de tomates, cebollas, habichuelas y otras que satisfacen exigencias y consumos sociales preferentemente de los pobladores de Chivirico, donde conviven más del cincuenta porciento de los habitantes guamenses.

Foto: Benigno Rodríguez

Parceleros como Alexander Aguilera Núñez, Roberto Aguilera, Luis Nápoles Zamora, Humberto Lora y otros han cosechado productos hortícolas que han satisfecho demandas no sólo locales sino también para quienes habitan la enorme ciudad de Santiago de Cuba.

En medio de esta circunstancia que ha eliminado casi todo el follaje de las plantas que pueblan esta vertiente sur de la Sierra Maestra, donde a ojos vistas es difícil advertir el color verde, hay hombres logran obtener cultivos hortícolas gracias a que han cavado pozos, han electrificado sus bombeos de agua y, eliminando todas las piedras «chinas pelonas» que predominan en el suelo, así como las malezas de aromas y marabúes, pueden hablar con satisfacción de que valió la pena su empeño.

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