Cardenio Leyva Castro, integrante del primer grupo de lucha contrabandidos en la Sierra Maestra.

Tal si fuese un Quijote de esta última centuria, en el municipio santiaguero de Guamá, específicamente en el reparto “Los Mangos» en el Consejo Popular de Chivirico vive un octogenario señor cuya figura tal vez no advierta haber resultado en sus años de juventud un hombre que pudiera desafiar  las más connotadas amenazas contra su vida al decidir formar parte del primer grupo dispuesto a combatir y apresar a bandidos que se adentraron en las montañas para promover y ejecutar acciones contrarrevolucionarias en los primeros años luego del triunfo rebelde después de 1959.

A Cardenio le encomendaron a principios del triunfo revolucionario conducido por Fidel, trabajar como constructor de la ciudad escolar Camilo Cienfuegos en el municipio Bartolomé Masó Márquez en Granma. Hasta allí fueron a buscarlo para formar el sector G Sierra Maestra de lucha contrabandidos y lo ubicaron en el subsector número tres de Matías en el Tercer Frente Oriental, luego en 1962 en Chivirico Santiago de Cuba, este último lugar figuraba para los mercenarios que se formaban en el exterior como vía  más idónea para desembarcar en sus costas y penetrar a las inmediaciones montañosas para luego hacer guerra de guerrilla.

Leyva Castro relata anécdotas de las cientos de noche que tuvieron en vigilia en zonas de playas a la espera de una posible confrontación con los invasores que amenazaban sistemáticamente, ya ellos tenían experiencia de lucha contrabandidos cuando entraron al Escambray de Santi espíritus por la parte de Fomento, el Pedrero, en la Hormiga y cuantos recovecos tenía la Sierra esa muy enfático en sus expresiones cuando dijo haber participado en la captura de un avión conocido como Trinidad que transportaba opositores al nuevo proceso que se gestaba entonces.

Él guarda con orgullo dos medallas que le distinguen, la que deja constancia que formó parte de los combatientes del ejército Rebelde y también la de la de lucha contrabandidos. Está conciente que los tres mil doscientos seis pesos que le pagan para poder respaldar sus necesidades no le alcanzan pero jamás en su vida ha dejado de ser una referencia en crear su propias autonomía e independencia y es de los que goza la aptitud de tener buenas manos para cosechar la tierra en pequeños conucos pues su avanzada edad le exige ocuparse de ellos tal si fuese un entretenimiento.

Ya el  núcleo de zona del partido en su lugar de residencia le ha reconocido ese valor en medio de la férrea lucha por la soberanía alimentaria.

No escapa de la mente de Cardenio narrar los momentos de tensiones que él vivió en 1962 cuando la «famosa crisis de octubre». «Aquí en esta costa nos atrincheramos diferentes fuerzas de toda la región oriental desde la playa Buey Cabón hasta Camaroncito y no pocos empuñaron armas con la firme convicción de defender la posición de Cuba de haber instalado armas estratégicas en defensa de la soberanía. Nosotros caminamos toda esta parte de la Sierra Maestra y contactamos en su interior montaña adentro advirtiendo a nuestros efectivos de las milicias de una posible infiltración o desembarco. Debíamos estar preparados. Tiempo después formé parte de la División 3354 de El Uvero la cual también tuvo la misión de custodiar y proteger esta costa guamenses, allí trabajé como organizador del partido de la sección política y luego como su jefe principal».

Sirva esta historia de vida de Cardenio Leiva Castro como reconocimiento de su entrega a la Revolución.

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