La agrupación musical cubana “Los Karachi” hizo época al hacer popular y contagiosa emblemáticas interpretaciones de creaciones artísticas cuyo contenido reflejaban situaciones muy propias y distintivas de los barrios.
Muchas de ellas, son de Javier Rodríguez Núñez, mejor conocido como «Chocolate» quien integró esta agrupación durante quince años y la validaron las amplias aceptaciones de «! Vecino, no hay café!». Ahora en un formato pequeño, integrado por tres, dos vocalistas y el DJ, se encargan de recrear en espacios públicos de multitudes, un patrimonio que ya no es de ellos, está incorporado a la cultura popular y cada vez que lo ubican a una plaza bailable, aquello resulta mágico ver como si fuese un acto espiritual de encarnarse en los presentes, quien no levante un pie y las manos, es síntoma de no estar vivo.
Recientemente para las fiestas populares de Chivirico, para las de La Plata, acá en este municipio costero y montañoso de Guamá, «Chocolate con Guarapo», nombre artístico de este dúo, hicieron grato el momento a quienes decidieron bailar a sus anchas.
Significativo que como parte de este intercambio cultural, por la existencia de la comunicación público- artistas, que le soliciten el popurrí de «Saína», «La Cadenita» y otros que el célebre cantante el “Davo” lo llevó a la cima de la popularidad nacional.
Comenta el músico: «Cuando muere el “Davo” nos encargamos de mantener ese legado, muy difícil de superar lo que él hizo pero de seguro lo mantenemos vivo cada vez que subimos a una Tarima». “No todo el mundo tiene capacidad para interpretar el popurrí de Saína y sin embargo, quien me acompaña, otro músico de Los Karachi, mejor conocido como «Guarapo», Omar Felizola Suárez, alternamos con dignidad nuestras propuestas».
Una frase usada por ellos ya se hace reiterativa: «Esto se calienta porque se calienta» es la expresión tangible de que el calor humano va tomando fuerza cuando combinan la complacencia tanto a jóvenes como más adultos que asisten al convite. Ellos no dejan de actuar, una vez terminado el contrato con las multitudes, son de los que, acompañado por un pequeño bafle portátil, en casa de cualquier familia, también proporcionan ratos de felicidad que muchos agradecen porque alegran los corazones.