Desde que nacemos escuchamos decir la palabra Revolución, a nuestros padres, abuelos, profesores, en los programas de televisión, leemos en los libros, vemos los carteles, porque es lo que somos, es el resultado de lo que construimos, es la esencia de ser cubano, de ser de esta isla. No se puede decir solo Revolución, porque es una palabra muy escueta, hay que decir junto a esta, por ejemplo: Abel, Frank, Raúl, Vilma, Camilo, Che y Fidel.
Más, no quiero hablar del Fidel revolucionario, del que se conoce en todas las latitudes, del Fidel que está en los discursos, el de las tribunas, el previsor de lo que puede ocasionar el cambio climático, el de la Sierra, el de Girón, esta vez quiero hablar del Fidel que entró en La Habana saludando a todos como el que recibe un amigo en casa, el que habló con la juventud en cada uno de sus congresos, el que no descansó hasta que el niño Elián estuviera con su padre, el que creó las universidades y alfabetizó a toda Cuba, quiero hablar del Fidel padre, mi padre, tu padre, nuestro padre y el de todos los cubanos.
¿Por qué llamarlo padre? Porque no cualquiera elimina el analfabetismo en un año, no cualquiera baja la mortalidad infantil de un 42% a un 4 %, no cualquiera forma más de 13000 médicos garantizando un médico por cada 130 personas, con el mayor índice de médicos per cápita del mundo, no cualquiera crea una de las mayores Facultades de Medicina del mundo, graduando 1500 extranjeros por año, con 25000 médicos graduados de 84 naciones, no cualquiera envía más de 30000 médicos a colaborar en 68 países del mundo sumando cerca de 600000 misiones, no cualquiera logra que su nación sea la única en Latinoamérica donde no exista la desnutrición infantil, no cualquiera sobrevive a más de 600 atentados contra su vida y a 11 presidentes norteamericanos intentando derrocarlo, no cualquiera sobrevive a 50 años de bloqueo y guerra económica y llega a los 90 años con tanto protagonismo en la historia mundial.
Fidel es querido por muchos, incomprendido por otros, pero ignorado por ninguno. Lo que no pudo hacer nadie, lo logro él con su pueblo, por su pueblo y para su pueblo. El que no lo quiso, el que no lo entendió, el que hoy se alegra de su partida física ha sufrido aún más que nosotros porque tanto odio en el alma no es riqueza, pues ni sus propios enemigos entienden aún que clase de hombre es Fidel.