La gesta del 26 de julio de 1953

Un grupo de jóvenes, liderados por Fidel Castro Ruz, se colocaron a la vanguardia de la lucha por la verdadera independencia de Cuba. En el año del centenario del héroe nacional de Cuba, José Martí, el 26 de julio de 1953.

Ellos protagonizaron el asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente.

Era la respuesta de la juventud cubana ante los graves males de la república neocolonial al servicio del imperialismo norteamericano y la oligarquía nacional que sometía al pueblo al hambre, la pobreza, la incultura, la insalubridad, el desamparo, la represión, la falta de trabajo y los más elementales derechos.

En la madrugada de ese día, 135 combatientes, vestidos con uniformes del Ejército y dirigidos por Fidel, precisaban el plan de ataque. Se organizaron en tres grupos, el primero de los cuales, con Fidel al frente, atacaría la fortaleza. Los otros dos grupos, mandados respectivamente por Abel Santamaría, segundo jefe del movimiento y Raúl Castro, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel: el Hospital Civil, donde se atendería a los heridos y el Palacio de Justicia, en el cual radicaba la Audiencia, desde cuya azotea apoyarían la acción principal.

Así mismo.  Fidel  antes de partir desde la Granjita Siboney para el Moncada le expresó «Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante”.

Los grupos dirigidos por Abel y Raúl cumplieron su objetivo: la toma del Hospital Civil y la Audiencia. El grupo principal, dirigido por Fidel, llegó según lo previsto hasta una de las postas, la No. 3, la desarmó y traspuso la garita, pero una patrulla de recorrido que llegó inesperadamente y un sargento que apareció de improviso por una calle lateral, provocaron un tiroteo prematuro que alertó a la tropa, permitiendo que se movilizara rápidamente el campamento. La sorpresa, factor decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel y se prolongó en un combate de posiciones.

Los asaltantes se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres, atrincherado dentro de aquella fortaleza. Otro elemento adverso, también accidental, fue que los atacantes no pudieron contar con varios automóviles donde iban las mejores armas, pues sus ocupantes se extraviaron antes de llegar al Moncada en una ciudad que no conocían. Comprendiendo que continuar la lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada.

En la ciudad de Bayamo estaba previsto, además de la toma del cuartel Carlos Manuel de Céspedes, que poco después un destacamento de mineros destruyera con explosivos los puentes, de manera tal que las fuerzas de la tiranía se encontraran con el casi insalvable obstáculo del río Cauto que les impediría acudir en ayuda de la guarnición del Moncada. Al no presentarse el individuo que serviría de acompañante al jefe de la acción para engañar a los militares, la táctica tuvo que cambiar.

Fracasado el factor sorpresa del que dependía el éxito de la acción, el débil armamento los 21 compañeros no podían enfrentar con efectividad el fuego de los militares y decidieron retirarse. La mayoría de los atacantes salvaron sus vidas gracias a la ayuda valiente y desinteresada de vecinos de Bayamo y otras localidades de la actual provincia de Granma. En el combate solo fue herido  un asaltante.

En Santiago a diferencia del trato humano dado por los revolucionarios a los militares que cayeron en su poder, los asaltantes prisioneros fueron torturados antes de ser ultimados y después se les presentó como caídos en combate. 

En guamá  del Asalto al Cuartel Moncada se supo por algunas personas que viajaron desde Santiago de Cuba en la goleta que venía a Chivirico y estaban en la ciudad el día del asalto; en los pocos radios que existían en la zona se oyó la noticia, pero de forma tergiversada, como era costumbre en la época.

Posteriormente al ataque, este municipio santiaguero de Guamá  tuvo la presencia de dos de los asaltantes, de los que Fidel dijo en el juicio que no estaban ni prisioneros, ni muertos, estos asaltantes fueron: Orlando Galán Betancourt y Ricardo Santana Martínez, los cuales se refugiaron en Cañizo en la casa de Roberto Balar Rosell más conocido por (Chilango), el cual radicaba en Caletón Blanco, estos combatientes estuvieron por espacio de casi un año por el propio Orlando Galán y que allí fueron contratados para reparar caminos que le permitieran pasar inadvertido ante las fuerzas batistiana.

 Los crímenes cometidos en esos días por el régimen los denunció Fidel en su alegato de autodefensa “La historia me absolverá”, donde se convirtió de acusado en acusador y denunció todos los males que hacían sufrir al pueblo cubano.

La gesta del  Moncada culminó en una derrota militar; sin embargo, tuvo una trascendencia extraordinaria para el pueblo cubano que vio en Fidel un líder popular, marcando, bajo su dirección, el camino para la lucha posterior. En propio alegato de autodefensa  “ Historia me Absolverá”, e el programa de la Revolución en aquellos momentos y continúa hasta nuestros días. .

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