El 22 de diciembre de 1961 el comandante el Jefe Fidel Castro Ruz declaró a Cuba libre de analfabetismo.
Algunos casi niños, adolescentes y jóvenes fueron protagonistas en la sagrada labor de llevar el pan de la enseñanza, a cada rincón de Cuba.
Guamá no fue la excepción, pues, cientos de noveles tuvieron la oportunidad y el gran privilegio de enseñar a leer y escribir a miles de hombres y mujeres del campo.
Maestros voluntarios, alfabetizadores y otros formados en el sistema pedagógico Makarenko y en diversas formas, escribieron páginas de gloria y sacrificio en este municipio montañoso de Santiago, en propio corazón de la Sierra Maestra, donde había corrido la sangre de nuestro pueblo para que algún día, la educación y la enseñanza, llegaran a ser también patrimonio de los más pobres.
Una gran parte fueron de diversos lugares del país, pero también se contó con una gran cantidad de maestros del territorio.
Hoy tengo la obligación de recordar algunos que no están entre nosotros, como: Olaides Arias, muy amigo de la historia de Guamá y el conocido profesor William Fuentes, que con elevada responsabilidad, respondieron al llamado de la Revolución y contribuyeron a desarrollar la Campaña de alfabetización.
Sin embargo el Día del educador, no solo es símbolo para aquellos primeros, que abrieron el camino, sino también para aquellos otros siguieron su legado.
¿Cuánto se ha avanzado en el campo de la educación?
Miles de profesores y maestros, hoy siguen el camino de una obra legendaria, en la cual está el protagonismo permanente de Fidel Castro Ruz.
Si aquel 22 de siembre de 1961, Fidel declaró el final de aquella tarea e iniciaba en aquella misma fecha, otra etapa que sería la de la consolidación de la enseñanza en Cuba.
Mucho se ha hecho hasta hoy, convirtiendo este frente en una trinchera de combate en la formación ideológica de nuestro pueblo, en cuya proeza, la cultura educacional: es un bastión que perpetuará la obra eterna de nuestros maestros.
A los que no están entre nosotros, el eterno recuerdo. A los que jubilados ya descansan de su larga hoja de servicio educacional, el reconocimiento de su pueblo. A los que hoy continúan el camino de los primeros: la exhortación, al esfuerzo cotidiano con el presupuesto de José de la Luz y Caballero.
“Enseñar puede cualquiera, educar: solo quien sea un evangelio vivo.”
Así son nuestros educadores.
¡Felicidades!.