Para estos días en ocasiones, vimos el mar acá en esta parte de Guamá un tanto revuelto, algo que sin lugar a dudas es desfavorable para los pescadores pues, la fuerza de las corrientes marinas pudieran resultar fatales para quienes se disponen a arriesgar sus vidas en el empeño de encontrar un buen ejemplar que pudiera satisfacer sus necesidades.
Los hay que les gusta las aventuras, desafían a la naturaleza y a su propio destino. Acá en Guamá no pocos pescadores han zozobrado en la difícil misión de, con una embarcación en no muy buenas condiciones, adentrarse al inmenso mar para obtener de éste el “premio” que le devuelva la felicidad al llegar de regreso a tierra.
Hay muchas historias de quienes confían en su “resguardo sobrenatural” y han podido contar aventuras espeluznantes. Escuché de quienes han visto en medio del mar olas de hasta veinte metros de alto cuyas embarcaciones las han sobrepasado milagrosamente. De quienes han improvisado balsas para pescar y poder enfrentar con estos artefactos los más complejos vaivenes del mar.
La pesca, como cualquier oficio tiene normas a cumplir, y de violarse, los riesgos serian muy grandes. Es como cuando un electricista se equivoca al operar una línea de alto voltaje y no cumple las normas de seguridad.
Felicidades a quienes han podido contar las historias luego de las amenazas del mar.