Orgullosamente cubanos

Son miles las razones por las que hoy crece en mi el orgullo de ser cubana. Mi país pudo ser otro, pero es lo que es; no lo acompaña la ostentación, pero lo rodea la poesía por todas partes. Guió a quienes, desde 1868 hasta hoy, le dieron prioridad a los sueños. Mi país practica la generosidad a cambio de nada, la alegría en pos de la esperanza, la justicia sin pedirle permiso a ninguna ley injusta o prepotente.

La revolución que triunfó en enero de 1959: me salvó de la mentira; de la ignorancia;  no dejó que muriera de una enfermedad curable;  puso delante de mis ojos y al alcance de mis manos todo el saber del mundo; me permitió soñar y convertirme en periodista; me regaló un lenguaje diferente, que se fundamenta en el humanismo; me transportó del presente hasta un porvenir que se hizo visible, aun cuando sus contornos fueran difusos; me involucró en un proyecto de país donde todos cabemos, sin distinción de raza, sexo, preferencia sexual, creencia o discapacidad física.

¿Y qué razones tengo entonces para criticar lo que alabo? Todos mis posibles señalamientos se relacionan con los instantes en que la cultura y el pensamiento creador dejan de ser los principales protagonistas. Critico porque amo, porque lo creado existe para mí, pero también por mí, y es mi deber salvarlo, aunque implique sufrimiento. Con alegría y dolor me salvo a mí mismo (quisiera creer que a muchos de los que me rodean) a costa de realizaciones y renuncias.

Unos sueñan y otros construyen su utopía con este material inasible e imperfecto, casi impalpable. Pero si algo tenemos claro es el país al que aspiramos. Tuvimos la suerte de que, durante bastante tiempo, el principal arquitecto fuera el más grande soñador. Pero un hombre solo no convierte en realidad un sueño, así que lo que se impone es seguir soñando y modelando verdades de similar magnitud a las conquistadas.

Pienso que en Cuba hay personas capaces de mantener la bandera izada en la altura donde la vemos. Pero se impone el tacto, junto a la osadía, la ratificación unida al cambio, la satisfacción de todas las hambres espirituales o físicas. Para que seamos muchos miles más, los que nos sintamos, orgullosamente cubanos.

 

 

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