Para ser felices tenemos que saber ignorar a muchas personas. Tenemos que aprender a vivir y a desatender aquellos actos, palabras o sentimientos que pretendan o consigan anularnos.
Sencillamente hay personas que resultan conflictivas y que nos atormentan con sus quejas, juicios y dramas. Esto puede resultar agobiante, abrumador y altamente tóxico, pues condiciona nuestro bienestar a la incertidumbre de sus actuaciones.
Todos estamos aún consternados por la noticia de la caída del avión que volaba desde La Habana hasta la ciudad de Holguín y muchos, son los mensajes de todas partes del mundo que se dejan leer en las redes sociales, solidarizándose con las familias de las víctimas y con todo el pueblo de Cuba, y también se dejan leer mensajes de personas que no dudo en calificar como personas sin sentimientos, inhumanas y hasta falta de sentido común.
Estoy de acuerdo en la diversidad de criterios y opiniones, pero que clase de personas son esas que se alegran de la muerte de inocentes, y han convertido el tema del accidente en algo político, como diría un colega: “palabras de los desalmados que juegan a hacer política con la tristeza”, señores; ¿en qué clase de seres humanos nos estamos convirtiendo que no dudamos en expresar nuestro odio hacia inocentes?
Como dije al principio, para ser felices tenemos que saber ignorar a muchas personas, pero sencillamente hay cosas que para mí son imposibles de ignorar. Desafortunadamente, el mundo está lleno de estas personas, sin embargo, está comprobado científicamente que ser solidarios te ayuda vivir más y con mayor éxito. Y tú ¿de qué lado estás?