«Por el mérito y la capacidad».

En estos días vienen a mi, recuerdos de aquellas importantes ocasiones, en las que orgullosamente vestía mi uniforme escolar un domingo. Más que pesar por dedicar un día de descanso a esta tarea, me inundaba una gran alegría, era la satisfacción de poder apoyar desde mi trinchera pioneril, las elecciones democráticas de mi Cuba.

Ataviada con mi mejor uniforme, y obligando a mi abuela a llevarme muy temprano, llegaba con una sonrisa resplandeciente a mi colegio electoral. Luego de escuchar las gloriosas notas de nuestro himno, sabía que mi misión había comenzado. Cada enérgico VOTÓ que regalaba a mis familiares y vecinos, venía acompañado del sueño del dia glorioso en el que yo pudiera ejercer mi derecho al voto, y fueran los niños de otra generación quienes me dieran el saludo pioneril, como inigualables guardianes de las urnas.

Ese día al fin llegó, cuando cumplí mis 16 años, pude tener en mis manos, la boleta que decidiría quien mejor representaría mis intereses en los órganos superiores de dirección. Ahí, le faltaron palabras a mi lengua para los sentimientos que mi alma experimentaba. Me llenaba una sensación indescriptible, que importante y a la vez poderosa me sentía.

Hoy, cuando como periodista debo sumergirme en el cumplimiento de mi misión como movilizadora de la opinión del pueblo, no hallo mejor manera de convidar a los guamenses a asistir a las elecciones, que desde mi experiencia personal. Acudamos a votar el próximo 26 de noviembre, con la satisfacción de que unidos en este esfuerzo común lograremos una mejor representación en nuestras Asambleas del Poder Popular, bajo la premisa de elegir democráticamente por el mérito y la capacidad.

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