En tiempos como los que corren, donde las circunstancias económicas han limitado considerablemente la importación de alimentos desde el exterior, apostar con acciones concretas hacia la producción de todo cuanto pueda repercutir en el bienestar del cubano respecto a la variedad de su «plato», es también defender la soberanía de la nación.
En el barrio de la constructiva, del poblado de Chivirico en el santiaguero municipio de Guamá, vive el joven Arisdel Oliva Cordero, quien a pesar que su ocupación laboral profesional es la de funcionario del gobierno para atender los subsidios y su jornada se extiende desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, cuando llega a su hogar no desatiende su conuco familiar y le saca provecho a la tierra.
Arisdel en una pequeña área destinada a su autoconsumo ha logrado cultivos varios que han satisfecho sus necesidades. Menciónese plátano fruta, plátano vianda, el llamado burro-censa, yuca, maíz, calabaza y algunas «especias» para condimentar sus alimentos los ha obtenido en apenas dos cordeles de tierra.
Cuando le pregunté qué consejo le daba a quienes se mantienen inmóviles ante el llamado de incrementar la producción de alimentos contestó:
«De momento que se motiven, porque vivimos en un lugar, en un municipio verdaderamente rico en terreno y no se aprovechan sus potencialidades. Motivarlos a trabajar porque al final, si el hombre sirve, la tierra sirve. Es para que produzca tanto para él como para su comunidad».
Asombra tal vez la afirmación pero hubo alguien que manifestó que Arisdel en su pequeño pedazo de tierra acá en el litoral costero logra más cultivos varios que los que hoy obtienen los vecinos de Las Cuevitas, un lugar de las montañas dónde sus habitantes han emigrados y han renunciado a la noble tarea de hacer producir la verdadera fuente de riqueza, la tierra.