Los hombres y las mujeres con signos de titanes, crecen como los ríos, son engrandecidos por la historia, y la gloria de los pueblos que lo miran como sus héroes, líderes, ídolos y otras palabras definen en lugar que ocupan en el corazón de las naciones, que lo hacen gigantes.
Guamá tiene muchos de esos hombres. Cheito es uno de ellos.
Regresó recientemente, luego de alcanzar una medalla de Oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, demostrando que en la alejada y montañosa Sierra Maestra, en el municipio santiaguero de Guamá, donde en el ayer todo era un atraso, hoy nacen campeones.
Sí, porque junto a la portera del equipo Cuba de Balonmano Niurkis Mora Aria, medallista de Bronce en el citado evento, en un poblado de poco más de tres mil personas, esos dos jóvenes representaron a la provincia que aportó más de 80 participantes en los caribeños juegos.
Cheito arribó a Chivirico, su ciudad natal este 9 de agosto y fue recibido por el pueblo en el parque principal de este territorio, y las principales autoridades políticas, de gobierno y deportivas, le ofrecieron la bienvenida, que se le tributa a los campeones.
Sin embargo, nunca es mucho para celebrar, y en la comunidad de La Calabaza, allí donde nació el último boxeador cubano en pelear en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y ganar medalla de Oro, su pueblo que le vio crecer como niño, y luego como deportista, le acompañó junto a la conocida familia Larduet.
Sí, José Ángel Larduet Gómez es el nombre de Cheito, el hijo de Isabel Gómez, la madre que convirtió su casa en un cine donde todos los vecinos venían a acompañarla en los días en que él combatía, para darle ánimos y desearle la victoria, al mocetón del barrio.
Dirigentes, trabajadores del Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación (INDER) y en especial, sus vecinos llegaron darle oficialmente en la tarde de ayer, la bienvenida, y regalarse la alegría de saberlo suyo.
Así son queridos aquellos que saben dignificar el deporte revolucionario cubano, la bandera y el himno cubano, porque los hombres como Cheito, el pueblo lo reconoce.