Enma Ruiz Gustave, tuvo la suerte de que la Revolución triunfara en medio de la discriminación a que eran sometidos los haitianos (su padre, era uno de esos inmigrantes), los vejámenes de la Guardia Rural y todo el dolor y la pobreza que significaba el capitalismo.
El 1ro de enero de 1959 con sus conquistas, le permitieron estudiar y realizarse como persona, incluso por contar con un trabajo seguro pudo ayudar a sus padres en la vejez, como demostración de que la historia había cambiado y la mujer valía.
“Estudié y luego trabaje en la primera Unidad de Comunicación de Guamá cuando solo había 8 teléfonos, me convertí en militante de la UJC primero, subí varias veces el Pico Turquino, participé en muchas recolecciones de café, materia orgánica animal para desarrollar la agricultura que en los primeros años nacía y no se conocían aquí los fertilizantes, hacíamos de todo lo que hiciera falta cuando se convocaba a una movilización”.
Fue creciendo como persona responsable, y luego alcanzó el mérito del sacrificio, cuando se le otorgo el carné de militante del Partido Comunista de Cuba en 1982 con solo 22 años.
Ocupó la responsabilidad de ser secretaria de la célula de base de este órgano político en la empresa de gastronomía y luego en el bloque de la propia empresa y hoy jubilada, dirige un núcleo de zona. Aquí el sentir de Enma.
“También fui miliciana, era auxiliar de la policía y hacíamos guardia en la costa y en mi caso hasta en la unidad, participé en la construcción de puentes y como militante pasé escuelas, participé en asambleas. Ser militante ha sido un mérito para mí, y a la vez, una oportunidad para ocupar responsabilidades como la de delegada de mi circunscripción, cargo en los Comité de Defensa de la Revolución y ser incondicional ante cualquier tarea.”
Esa es parte de la larga historia de una militante del Partido Comunista de Cuba, que próximamente el 16 de Abril estará de aniversario simbólico, y que ha sido y es demostración de la conquista desde antaño del Programa de Adelanto de la Mujer y su empoderamiento, y más aún, de entrega, sacrificio y ejemplaridad femenina y revolucionaria con una expresión especial de agradecimiento al socialismo cubano.
“Amo al partido por lo que me ha educado, y por ser una obra de Fidel. Él, que tanto luchó por su pueblo, y por el lucharé hasta mi último aliento, porque soy resultado de su obra, y ser militante para mí seguirá siendo un compromiso hasta que muera”
Esas palabras marcan un solo destino: el de la consagración por una obra ideológica y social bajo la égida comunista, legada por Fidel.